¿OPORTUNIDADES PARA EL CAMPO?

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Por Dr. Ramés Salcedo Baca / Agro Región

Las que había a mediados del siglo pasado

Para América Latina, a finales de 1975 el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) había acordado créditos agropecuarios por un total de US $ 2820.2 millones3, mientras el Banco Mundial (BM) financió en total, alrededor de $1 billón 4. En México, el BID acordó 3 préstamos globales al Banco de México S. A., por un total de US $93 millones, para crédito agropecuario a pequeños productores de todo el país.3 El financiamiento se operó a través de los Fideicomisos Instituidos en relación con la Agricultura, Ganadería, Avicultura y Actividades Pesqueras (FIRA). El FIRA, además de su papel de financiamiento, desarrolló la planificación regional de las inversiones, identificó y evaluó proyectos y ofreció asistencia técnica a los beneficiarios del crédito. Es de mencionar que representando 27% del territorio nacional las regiones tropicales, trabajaban en ellas el 40% de los Técnicos del FIRA.8

En el proceso de ganaderización que tenía lugar en esa época también participaron empresas transnacionales para la compra de la producción, citamos como ejemplo el establecimiento de planta enfriadora y precondensadora por la compañía Nestle, “la cual prometía captar toda la producción existente”2. El sector ganadero gozó de una serie de apoyos y subsidios y se basó en el dominio de amplias extensiones de tierras para obtener elevadas relaciones beneficio-costo (entre 159 y  488% reportaron investigadores, par ranchos en Chiapas2). 

En los años 50 se hicieron modificaciones al Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para favorecer a los ganaderos, se permite poseer cualquier superficie que permita mantener a 500 cabezas de ganado12. Legislaciones estatales también fueron acordadas para favorecer el proceso de ganaderización, como fue el caso en Chiapas, en donde se publica la primera Ley Ganadera en 1940, la cual es modificada en 1961 incluyendo mayores facilidades para los ganaderos2, o en Yucatán, donde la Ley Ganadera de 1945 se reformó en 1972 para lograr mayor “protección” a los ganaderos13

Tabasco podría considerarse como el estado emblemático del proceso de ganaderización, la superficie empastada creció en 123% de 1940 a 1960, Se estableció el rastro frigorífico mas grande y moderno de su época y crecieron todas las industrias ligadas a la ganadería y las instituciones vinculadas al sector.

Desde la década de los 90 el BM ya no otorga créditos a los gobiernos para proyectos de desarrollo rural que incluyan la lechería9, en el país desaparecieron la mayoría de instituciones para el fomento agropecuario, disminuyeron los recursos para financiamiento, para la primera década del siglo XXI el  extensionismo, se ofrecía como “un servicio privado de pago público, donde los extensionistas ya no son empleados del Gobierno, que ahora paga servicios por tiempo y obra determinada, que opera descentralizadamente con un presupuesto importante pero disperso y que pretende mayor participación de los productores, programas y profesionales más flexibles, lo que no ha sido un motor importante de la innovación rural”.18

 

Los Sistemas Silvo-Pastoriles una oportunidad para responder a los retos económicos y ambientales

El área tropical de México (56 millones de hectáreas) representa 26.2 % del territorio nacional. De esta superficie el 37% (más de 23 millones de ha) se dedican a la producción pecuaria, se estima producen alrededor del 80 % del forraje de temporal para pastoreo del país y que son las que tienen, con mucho, el mayor potencial para aumentar aún su producción de alimentos para herbívoros23. En esta área pastorean aproximadamente 12 millones de bovinos (40% del inventario nacional), que producen alrededor del 20% de la leche y 39% de la carne.

Según datos del censo agrícola y forestal 2007, de los 5 millones de UP agropecuarias, el país cuenta con alrededor de 1.13 millones de UP de ganado bovino24, en el trópico existen más de 500 mil unidades de producción; más del 80 % con menos de 30 vacas y se ubica cerca del 60 % del pie de cría de bovinos en pastoreo del país”.23 

Con el proceso de globalización, en el que tuvo lugar la apertura comercial y el retiro de la participación estatal, se puso el énfasis en la competitividad internacional; el fomento agropecuario se canceló en México, entro en crisis el campo mexicano y los productores se avocaron a buscar nuevas alternativas.  Los ganaderos de Tabasco identificaron “a la ovinocultura como una alternativa para incrementar el ingreso económico”. De 1970 a 1990 el crecimiento del rebaño estatal fue de 460%” (Nuncio O. G., J. N. T., et al., 2001), aun en la actualidad se considera que “El ganado ovino está ganando terreno en la entidad” (Novedades de Tabasco, 5 de mayo de 2019). Esta nueva orientación tiene que ver con el hecho de que la producción nacional de ovino es insuficiente para satisfacer la demanda nacional, que el precio del ganado en pie es superior y mas estable que el del bovino y con el auge de las razas de pelo que se adaptan al trópico húmedo. Ya no solo el (Tabasco o Pelibuey), sino el Black Bely,  Katadin, Dorset, entre otros.

Pero el problema no se resuelve solo con el cambio de una especie por otra, por muchas ventajas que la nueva especie tenga, pues como señalan López-Vigoa, O., et al. (2017): “La baja eficiencia y rentabilidad de los sistemas de producción animal en los países tropicales, unido al consecuente deterioro del ambiente, ha obligado a buscar sistemas que maximicen la eficiencia productiva y económica y el equilibrio natural con el entorno”.

Una alternativa para avanzar en ambos objetivos son los Sistemas Silvo-Pastoriles (SSP), en los cuales, de acuerdo con estos autores, en la experiencia en América Latina y el Caribe, se ha logrado:

  • Alta disponibilidad de biomasa comestible, superior a 30 t de MS/ha/año
  • Dieta con un contenido de PB de 11-16 % y una DIVMS de 510-630 g/kg de MS
  • Producción de leche de 10-12 kg /vaca/día y entre 3 000 y 16 000 kg/ha/año
  • Producción de carne con ganancia de peso entre 0.42 y 1.10 kg animal/día; producción por hectárea está entre 500 y 1 340 kg/año.
  • Aumento de la biota edáfica que acelera la descomposición de las bostas, lo que reduce el parasitismo gastrointestinal en los animales y el incremento de la fauna asociada que regula las poblaciones de garrapatas e insectos vectores

Evaluaciones económicas en Michoacán, durante 5 años, demostraron que: mientras en el sistema de pastoreo tradicional se pudo lograr una Tasa Interna de Retorno (TIR) de 0.70 %, con el SSP, la TIR fue de 13.30% (González, 2013).

Cárdenas, Bustamante, et al. (2012). Encontraron en 5 fincas en Colombia, que mientras los Sistemas de Pastoreo Tradicional fijaban poco menos de 2 t/ha de carbono orgánico total (COT), los SSP fijaban más de 4 t/ha. En el mismo sentido, Raj y Gómez (2018) encontraron que el almacenamiento de carbono en áreas forestales fue casi el doble que en potreros. Aunado a lo anterior, se ha demostrado que los SSP contribuyen al bienestar animal tanto por mejorar la cantidad y calidad de la dieta, como por reducir los efectos de parásitos internos y externos, a la vez por proporcionar un ambiente más confortable para el ganado, pues evaluaciones de temperatura muestran que entre las 9 y 16 horas la temperatura en los pastizales puede ser superior hasta en 5 grados que en los SSP (Perez, citado por Rivero, Valenzuela, et al., 2017).

Tomando en consideración los anteriores elementos, identifico como una opción de primer orden para el trópico mexicano, los SSP y dado que su establecimiento implica costos adicionales a los de un pastizal y demanda de mayor tiempo del establecimiento a la utilización por el ganado, se requiere de apoyos para los pequeños productores que pueden ser parte del Programa Sembrando Vida, del actual Gobierno Federal, si al concepto de árbol frutal y maderable se le agrega el de árboles y arbustos forrajeros.