Cómo llegamos a la “nueva normalidad”

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«La paciencia no es la capacidad de esperar, sino la habilidad de mantener una buena actitud mientras se espera» Joyce Meyer

Por  Dr. Jorge Quiroz Valiente y Elisabeth Casanova García

Miles de personas ya han muerto y cientos de miles más han caído enfermas, debido a un coronavirus que antes era desconocido. Para millones de personas que no han contraído la enfermedad, su estilo de vida ha cambiado por completo. Muchas de las actividades que antes se consideraban un hábito han tenido que ser excluidas de la rutina. Como muchos estaremos de acuerdo, la situación actual de contingencia ha representado un giro de 180° en la cotidianidad.

Todos los esfuerzos van dirigidos a controlar la propagación de Covid-19 y con suerte, a reducir el número de muertos. No obstante, los fallecimientos por el virus no son el único problema de la pandemia, ésta también ha acarreado algunas consecuencias inesperadas que no merecen menos atención. La convivencia forzada ha ocasionado que los distintos miembros de la familia perciban rasgos del comportamiento y personalidad de los demás miembros que antes pasaban sin pena ni gloria, cosa que, en algunos casos acompañados de una cultura intolerante y desigual, deriva a la violencia intrafamiliar. Por otra parte, el ocio muchas veces va acompañado de aburrimiento, que provoca desesperación, melancolía y, por ello, aumenta la susceptibilidad. Tan solo estos factores nos indican que no estamos acostumbrados al aislamiento, y aunque sea perfectamente comprensible, hay que poner de nuestra parte para adaptarnos y sobrellevar de manera óptima este confinamiento.

Es esencial organizar el tiempo del que se dispone. Incluso si parece que hay suficiente tiempo como para dejarse llevar impulsivamente, si no se crean rutinas o “ciclos” se desaprovecha gran parte de éste. Es importante destinar ciertos momentos del día al cuidado personal, tanto físico como psicológico, a la convivencia, al trabajo o actividades pendientes, al desarrollo de habilidades y, por supuesto, a la recreación. Aunque exista el prejuicio de que las rutinas tornan monótonos y repetitivos los días, es un hecho que a la larga logran mantenernos ocupados y enfocados. Es recomendable hacer listas con todos los horarios y especificaciones, ya que no basta con tenerlo en la conciencia, tener algo ya escrito le brinda mayor validez.

La comunicación también juega un papel elemental, especialmente cuando se trata de la que ocurre dentro del ambiente familiar. Deben existir acuerdos dentro de la misma vivienda que aboguen por la participación y cooperación de todos los integrantes, además de que se debe fomentar el respeto, la solidaridad, la tolerancia y la empatía, puesto que es normal que resulte complicado afrontar esta situación para uno o varios de los habitantes de la casa. Finalmente, las reflexiones que han ido apareciendo en los últimos días respecto a la presente situación, dirigidas hacia la “nueva normalidad” apuntan a la existencia de escenarios en los que se vislumbra el reforzamiento de los autoritarismos, el retroceso en los derechos individuales, los recortes en derechos sociales, el crecimiento de la xenofobia y el debilitamiento de la confianza social. Aunque por otro lado, se siente el deseo de convivir nuevamente con familiares y amigos.

Pocas veces la humanidad había enfrentado un futuro tan incierto. Pero ni el confinamiento social ni la suspensión de las actividades económicas pueden continuar de manera indefinida, aunque el panorama no se ve favorecedor, tenemos que irnos preparando para lo que han llamado “la nueva normalidad” donde tendremos que cambiar ideas, costumbres y hasta formas de vestir, viajar y pensar.