Abigeato: un delito en equipo

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Por Elisabeth Casnova y Jorge Quiroz Valiente

Desde el inicio de la ganadería en México, el abigeato ha sido un problema para su desarrollo. El tema en sí, llama la atención, por las implicaciones que induce a otras conductas antisociales; no se trata de hechos aislados, ni la problemática es de una, localidad o Estado, aunque existen muchas diferencias, puede catalogarse de problema mundial. Este problema también se da en Europa, principalmente en Alemania y Francia, que son productores importantes. Los investigadores han descubierto que el robo de ganado es el resultado principalmente de la pobreza y de la falta de apoyo solidario de los ciudadanos. A lo largo de los años, el robo de ganado se ha convertido en un patrón de crimen organizado con una inmensa sofisticación y eficiencia criminal. Los ladrones de ganado contemporáneos operan con armamento moderno y sus operaciones están marcadas por la distribución entre regiones y aun entre países. El entendimiento básico sobre el hurto de ganado contemporáneo en la literatura existente es que es una forma de delito, en algunos casos de subsistencia y otros para su venta.

Está documentado que en 1846, cuando el ejército estadounidense entró al norte de México, se encontró con un pueblo “maltrecho”, refiriéndose con este término al deterioro social a causa de la falta de leyes, pero sobre todo de vigilancia en el cumplimiento de éstas. El gobierno mexicano fue acusado de apoyar la cultura del abigeato por no castigar estos delitos.

Si bien el robo de ganado en México ha disminuido aproximadamente un 55% desde 2015 a la fecha, Tabasco y Veracruz son los dos estados con más delitos registrados y concentran el 73%; en el año 2019 concentraban solo el 11% entre las dos entidades. Aunque no está documentado el número de animales robados, se infiere un daño patrimonial importante, pues los robos no son solo de un animal, sino de decenas de ellos. Otro dato relevante es que Tabasco registró a nivel nacional el mayor número de robos en la vía pública por cada millón de habitantes desde 2018 a 2022 (4,906), arriba de la Cd de México y del Edo. de México (4,840 y 4,394, respectivamente).

En los casos anteriores, tanto en el abigeato como en el robo en la vía pública, el factor común es que se pueden presentar de tal manera que, tanto las autoridades como ciudadanos pueden estar involucradas, ya sea por comisión u omisión. De ahí que cerca del 85% de la población en Tabasco, perciba al estado como inseguro (INEGI, 2021).

En casos de abigeato se observa reiteradamente que las penas más comunes son prisión y cargos económicos que van desde el pago del valor de los animales hasta embargos, en casos en que los culpables no cuenten con medios suficientes. Para atacar este problema hay varios inconvenientes, como la negativa de los ganaderos de proporcionar la información completa, generalmente por desconfianza de las autoridades implicadas; además, la información oficial no siempre es precisa en cuanto al número de animales robados.

Dentro de las causas que se han detectado para el incremento del delito está el alza del precio del ganado, La presencia del crimen organizado, la poca vigilancia en las carreteras, la falta de herraje del ganado y la poca vigilancia del ganadero. Se debe agregar la falta de acciones ciudadanas de cooperación, aunque siempre queda la duda de la participación de las mismas autoridades, ya que a simple vista, no es fácil transportar “la mercancía” de estas dimensiones, sobre todo cuando se escuchan noticia de robo de camiones enteros de ganado.

Por muy aterradores que parezcan los recursos de las leyes penales, si no van acompañados de otros controles sociales, caen en la misma definición de “pueblo maltrecho” de 1846.