Desinfestación biológica del suelo en parcelas agrícolas, alternativa a químicos

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--Es una alternativa al uso de sustancias altamente peligrosas como bromuro de metilo o glifosato

-La técnica es sencilla y se usa en países como Japón y EU; en México está subutilizada

-Los hongos patógenos causan graves daños al cultivo de granos, forrajes o nogal

El uso indiscriminado e irracional de químicos en la agricultura como el bromuro de metilo, endosulfan y glifosato constituyen un serio problema de salud pública en el mundo y de contaminación al medio ambiente. Estos insumos han sido prohibidos en varios países del mundo, pero en México se siguen aplicando, sin optar por alternativas existentes desarrolladas por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Para dimensionar la cantidad de químicos agrícolas que se aplican al suelo, debemos señalar que el uso per cápita de éstos en el mundo es de medio kilo por año, donde se incluyen pesticidas como bactericidas, fumigantes, fungicidas, herbicidas, insecticidas y nematicidas. El investigador del INIFAP, José Alfredo Samaniego Gaxiola, con más de 30 años de experiencia, en el desarrollo de alternativas biológicas para el manejo de enfermedades de cultivos agrícolas, provocadas por organismos que habitan el suelo (fitopatógenos), señala que la finalidad de nuevas alternativas biológicas son disminuir el uso de pesticidas en el suelo, reducir los problemas de salud y medio ambiente, bajar costos para el agricultor, incrementar la eficiencia por el control de fitopatógenos, ofrecer nuevas alternativas de control de fitopatógenos y realizar una agricultura sustentable y orgánica.

Samaniego Gaxiola considera que los pesticidas convencionales aplicados al suelo tienen los siguientes inconvenientes: costo elevado para los agricultores; generan resistencias de los microrganismos fitopatógenos; los fitopatógenos toleran altas concentraciones; un solo producto no abarca gama de fitopatógenos; regularmente existen restricciones, suspensiones y cancelaciones para su uso por parte de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés. Esto último, implicará restricciones de exportación agrícola en el nuevo tratado de libre comercio T MEC. Una alternativa biológica al uso de pesticidas en suelo, es la desinfestación biológica del suelo (DBS), técnica simple y sencilla que se puede aplicar en los suelos –que es una variante de la biofumigación. La DBS, implica eliminar o disminuir drásticamente organismos perjudiciales para las raíces de los cultivos agrícolas, incluidos los fitopatógenos. El investigador del INIFAP detalla que, esta técnica agrícola consiste en aplicar materia orgánica en el suelo --cascarilla de arroz o trigo, paja de trigo, melaza, alcohol u otros residuos de cosecha--, saturar el suelo con agua de riego y cubrir con un plástico negro por dos a tres semanas, luego destapar, orear una semana el suelo y sembrar o plantar. Al degradarse la materia orgánica en el suelo en ausencia de aire, se generan compuestos altamente tóxicos o biocidas que matan a los organismos perjudiciales para las plantas, como hongos, bacterias, nematodos y malezas.

Después de la DBS, es factible el uso de organismos benéficos para las raíces de las plantas como Trichoderma spp., hongos endofíticos y bacterias promotoras del crecimiento. La técnica tiene sus limitantes, como la disponibilidad de insumos, el costo beneficio en algunos cultivos, la factibilidad técnica de aplicarse en parcelas grandes y la profundidad (más de 60 cm) donde habitan algunos fitopatógenos, como la pudrición texana (Phymatotrichopsis omnivora), hongo que provoca enfermedad en más de 2000 especies distintas de plantas, muchas de ellas cultivos de importancia agrícola, expone el experto.

Graves pérdidas a los cultivos

Las pérdidas por plagas y enfermedades se traducen en: muerte de las plantas, la disminución de su rendimiento, costo derivado de tratamientos, costo de recuperar plantas (perenes) y la probabilidad de contagio a otras plantas, explica Samaniego Gaxiola. El investigador, quien ha trabajado en el cultivo de nogal, estima de manera conservadora, que por cada árbol adulto que muere por el ataque de la pudrición texana, se podrían perder hasta 12,000 pesos, por los conceptos de inversión para llevar al árbol a edad productiva 6,000 pesos y pérdida de cosecha del año que muere el nogal 6,000 pesos (60 kilos de nuez, que se paga en 100 pesos por kg). En México, agrega el investigador, hay alrededor de 100 mil hectáreas de nogal, que equivalen a un millón de árboles, de los que mueren anualmente 0.5% por pudrición texana, enfermedad que además afecta a cultivos como la vid, pistacho, manzano, alfalfa y algodón, entre otros. En la Laguna hay 8 mil hectáreas de nogal y en 97% de las huertas está presente la pudrición texana, pero la superficie afectada varía de menos de 1% a 5% en huertas adultas, aunque hay huertas excepcionalmente afectadas con más del 25 %. Consecuentemente, la enfermedad se localiza sólo en determinados espacios de la parcela.

Otros cultivos afectados por hongos fitopatógenos de importancia en el país, indica el investigador, ocurren en medio millón de hectáreas de alfalfa que son atacadas por los hongos Rhizoctonia solani y Fusarium spp., que provocan plantas enfermas pequeñas, hasta que dejan de ser rentables. La vida productiva de la alfalfa en otros países puede ser hasta 6 a 7 años, pero en México, como máximo son tres años. Asimismo, Fusarium spp., ha provocado en Sinaloa la pérdida de miles de hectáreas cultivadas con tomate de exportación, así como el hongo Macrophomina provoca importantes daños a los cultivos de sorgo y soya en Tamaulipas.

 

Falta apoyo para difundir la técnica biológica

El experto refiere que en Estados Unidos, en gran parte del suelo se aplica esta técnica para el cultivo de la fresa, lo que sustituye al bromuro de metilo –una sustancia considera por la OMS como producto “sumamente peligroso”--, desafortunadamente, en México la difusión de ésta técnica es muy poca. Puntualiza el investigador, hay varios factores que impiden un mayor uso de la desinfestación: como la fuerte competencia de compañías que venden productos pesticidas; la poca capacidad que tenemos de hacer eventos demostrativos o de asociarnos con el productor, ya que esto requiere recursos, y se necesita un cambio de mentalidad del agricultor. Samaniego Gaxiola recalca que en todos los cultivos hay potencial de aplicar este método, pero depende de su rentabilidad, de la disponibilidad de los insumos y del tipo de materia orgánica. Por ejemplo, en la Laguna se requiere invertir 2 pesos por metro cuadrado en melaza, en cultivo de invernadero, lo demás son insumos que utilizan los agricultores, el agua y el acolchado plástico. El experto destaca que, este método se usa en muchos países “ya se puso de moda”, más para obtener productos agrícolas orgánicos. La posibilidad de aplicar la DBS en México, es muy grande, aunque hoy es poco conocida y, lamenta, que en los últimos años, no se han consolidado los apoyos a la investigación y transferencia de tecnología agrícola. Hay que recordar que el método se desarrolló con investigación “básica”, a finales en los años noventa, por investigadores principalmente de Japón (Momma) y Holanda (Wim Block), con quienes el investigador del INIFAP mantuvo comunicación y colaboración desde entonces.

 

Fuente: Institucion del departamento del INIFAT