2ª. Parte.. ALGUNAS CAUSAS QUE PUEDEN PROVOCAR INFERTILIDAD EN VACAS

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Por Dr. Alejandro Córdova Izquierdo ([email protected])

Nutrición

Independientemente del efecto de los cambios metabólicos provocados por el BEN, las dietas ofrecidas a las vacas altas productoras también pueden afectar su fertilidad. Este efecto se puede ver cuando se administran dietas con alto contenido de proteína con relación al consumo de energía. Las dietas con contenidos de proteína cruda de 17 a 19% llegan a ocasionar una disminución de la fertilidad; se ha demostrado que las vacas alimentadas de esta forma tienen altas concentraciones de urea y amoniaco en sangre y en los fluidos uterinos, lo cual afecta la viabilidad de los espermatozoides, al ovocito y embrión. En condiciones de campo es frecuente la medición de las concentraciones de urea en sangre o en leche, lo que permite evaluar las dietas. Las concentraciones sanguíneas de urea mayores de 20 mg/dl se asocian con baja fertilidad. En condiciones in vitro se ha observado que concentraciones equivalentes a las que tendrían las vacas consumiendo dietas altas en proteína, afectan el desarrollo embrionario, lo cual se refleja en una reducción de la proporción de embriones que llegan al estado de blastocisto (Mann et al., 2015). Proveer todos los nutrimentos a las vacas altas productoras obliga a ofrecer dietas altas en energía basadas en altas proporciones de granos. Es frecuente que se presenten alteraciones subclínicas en el pH ruminal, lo cual se ha asociado con la baja fertilidad. Un factor de riesgo en la pérdida de gestaciones tempranas es la acidosis ruminal. Una hipótesis propuesta del mecanismo de este fenómeno consiste en que la dieta alta de granos ocasiona acidosis y una elevación de endotoxinas libres, las cuales provocan liberación de prostaglandina F2α y regresión del cuerpo lúteo, afectando severamente la eficiencia reproductiva de los animales (Ortiz et al., 2005).

Estrés calórico

El estrés provocado por las altas temperaturas (estrés calórico) afecta la eficiencia reproductiva del ganado bovino en general. Sin embargo, algunas razas son más susceptibles que otras, lo cual depende básicamente de los mecanismos que tiene cada raza para regular su temperatura corporal en condiciones de estrés calórico. Algunas razas de bovinos (Bos indicus) evolucionaron en climas cálidos, lo que les confirió tolerancia a las altas temperaturas, mientras que las que lo hicieron en climas fríos y templados (Bos taurus) son más sensibles al efecto negativo del estrés calórico. El ganado lechero es una raza altamente susceptible a las altas temperaturas, prueba de ello está en la reducción en fertilidad cuando este ganado se encuentra en climas cálidos o durante la época del año con mayor temperatura. Así, el porcentaje de concepción llega a caer de 40%, obtenido en los meses templados o fríos del año, hasta 15% durante el verano. Los efectos del estrés calórico en la reproducción del ganado lechero se han incrementado en los últimos años, lo que ha coincidido con el incremento en la producción de leche (Vélez et al., 2010). Se ha observado que el aumento en la producción de leche se refleja en aumento de la generación de calor metabólico. Esta generación de calor se ha asociado con el aumento de peso vivo de las vacas lecheras. De esta forma, vacas más grandes tienen un mayor aparato digestivo, lo que les permite consumir y digerir más alimento. Durante el metabolismo de los nutrimentos se genera calor, el cual contribuye con el mantenimiento de la temperatura corporal, condición favorable en climas fríos. Sin embargo, en climas cálidos el calor se debe eliminar para mantener la temperatura corporal dentro de los rangos normales. La capacidad de termorregulación de la vaca lechera es insuficiente, lo cual ocasiona un incremento de la temperatura corporal. En vacas en estrés calórico es común que la temperatura alcance valores entre 39.5 a 41 °C, lo cual afecta, en primer lugar, la función celular (Martínez, 2011).

En México hay regiones en donde es evidente el efecto negativo del estrés calórico en la fertilidad; así, en las cuencas lecheras de Aguascalientes, Torreón, Chihuahua y Mexicali, se observa una reducción del porcentaje de concepción en los meses cálidos (Mayo a Septiembre). En otras regiones del centro del país como Querétaro, San Luis Potosí o Guanajuato, todavía no se observa una clara reducción de la fertilidad debida a al estrés calórico, sin embargo, dado que las vacas llevan una tendencia ascendente en la producción de leche y, en consecuencia, en la generación de calor, es posible que en los próximos años comience a ser más evidente este fenómeno. Una reducción de la fertilidad se ha observado en regiones de EE. UU. y Canadá, en donde hasta hace pocos años no era evidente el efecto del estrés calórico y actualmente ya se nota durante el verano. La susceptibilidad de los embriones al estrés calórico disminuye conforme los embriones avanzan en su desarrollo. Así, los embriones de dos células son más susceptibles que los embriones en la etapa de mórula. Independientemente de la etapa del desarrollo en que los embriones son susceptibles al estrés térmico, el resultado final es un aumento de la muerte embrionaria. Por otro lado, el estrés calórico puede afectar el mecanismo de reconocimiento materno de la gestación. Las altas temperaturas comprometen la habilidad de los embriones para producir cantidades suficientes de interferón-τ (IFN-τ) u otros productos celulares, necesarios para el reconocimiento materno de la gestación (Martínez, 2011).

Estrés oxidativo

Las vacas lecheras altas productoras tienen un metabolismo intenso; bajo estas condiciones, aproximadamente 1-2% del oxígeno metabolizado se convierte en especies reactivas de oxígeno. Las especies reactivas de oxígeno, como los radicales libres superóxido, radicales peroxilo e hidroxilo y los oxidantes no radicales, tienen efectos dañinos al causar lipoperoxidación y en consecuencia daño al DNA y destrucción de las proteínas. Las especies reactivas de oxígeno son removidas por sistemas bioquímicos presentes en las células y en los fluidos extracelulares, estos mecanismos se conocen como sistemas antioxidantes. Estos sistemas incluyen moléculas como el β-caroteno y la vitamina E, las cuales actúan a nivel de la membrana celular hidrolizando peróxidos para mantener la integridad de los fosfolípidos. En este mecanismo también participan enzimas como la glutatión peroxidasa, la cual es dependiente del selenio (Hernández, 2010; Córdova et al., 2018).

Un aumento en la generación de radicales libres puede superar a los mecanismos antioxidantes y comprometer la función celular; este problema es más drástico cuando existe una deficiencia en el consumo de sustancias antioxidantes. La producción excesiva de radicales libres puede afectar la fertilidad debido a que los tejidos esteroidogénicos del ovario, los espermatozoides y los embriones en etapas tempranas de desarrollo, son muy sensibles al daño causado por ellos. La suplementación con antioxidantes es una forma de enfrentar el problema de la baja fertilidad y en varios estudios, en los cuales se han administrado β-caroteno o vitamina E y selenio, se ha mejorado la fertilidad (Mann et al, 2015; Córdova et al., 2018).

Abortos y muerte embrionaria

Los abortos en las granjas pueden ser un problema importante. De nada sirve lograr la concepción de las vacas, si luego no llegan a parir y comenzar una nueva lactancia. Deben distinguirse entre perdidas embrionarias, abortos tempranos, abortos a media gestación, y abortos tardíos porque las causas suelen ser distintas. Conocer el momento preciso en que la vaca aborta ayudaría en el diagnóstico y contribuiría a mejorar la situación en la unidad de producción. Se considera que el porcentaje normal de abortos debe ser inferior a un 5% del total de la granja (Amilcar, 2006). Se puede sospechar de mortalidad embrionaria temprana cuando la vaca sana retorna a estro o celo después de un servicio, después de un plazo un poco antes de la presentación del próximo estro (Henao, 2010).

 

Manejo de la inseminación artificial

La baja eficiencia de la detección de estros limita la fertilidad global del hato. Este problema lo padecen todos los hatos de ganado lechero en todo el mundo. En México se detecta, en el mejor de los casos, el 60% de las vacas en estro y casos extremos en los cuales escasamente observan el 30%  (Frecky, 2014; Córdova et al., 2019).

Desde hace más de 50 años se ha aplicado el esquema de inseminación AM-PM y PM-AM, lo que significa que las vacas que presentan el estro en la mañana son inseminadas en la tarde y las de la tarde se inseminan en la mañana siguiente. Este esquema proporciona buenos resultados en fertilidad, siempre y cuando se cuente con una eficiente y precisa detección de estros (Healy, 2013; Córdova et al., 2019). Este error es el más frecuente en los hatos y contribuye con la baja fertilidad. Mejorar la fertilidad del hato, a través de un incremento del porcentaje de concepción, es una tarea muy difícil. Una posibilidad de mejorar la fertilidad es mediante el aumento de la tasa de preñez. Es decir, con el mismo porcentaje de concepción se puede aumentar el número de vacas gestantes por ciclo, sólo aumentando el número de vacas inseminadas. El único recurso para aumentar el número de vacas inseminadas es el incremento de la eficiencia en la detección de estros. Algunos de los factores que afectan la eficiencia en la detección de estros son los pocos tiempos dedicados a esta actividad, la pobre capacitación del personal, la falta de motivación y las instalaciones con pisos de cemento mal diseñados, etc. (Martins, 2014; Córdova et al., 2019).

Diagnóstico de preñez

El Diagnóstico de preñez manual debe realizarse con mucha delicadeza, sobre todo durante el primer mes después del servicio o inseminación. Dentro de las prácticas más comunes del diagnóstico de preñez se encuentra:

No retorno a estro: indicativo de que la vaca quedó gestante es que no presente estro en las próximas 3 semanas después del servicio o la inseminación; sin embargo, debe tenerse en cuenta que no todas las vacas que no manifestaron estro en este periodo están gestantes y que aproximadamente un 7 % de las vacas gestantes manifiestan conducta externa de estro.

Palpación rectal: Para realizarlo en vacas de 30 a 90 días de gestación se debe considerar: asimetría de los cuernos uterinos, fluctuación de líquido en el cuerno gestante, presencia de un cuerpo lúteo en el lado del cuerno gestante, deslizamiento de membrana y palpación de la vesícula amniótica. Después de los 90 días de gestación se debe considerar: imposibilidad para retraer el útero, flacidez del útero, detección de placentomas (uniones de la placenta con el útero, que a la palpación tienen forma de “bolita”), detección del feto, incremento en el tamaño de la arteria uterina media y además, se detecta la presencia del frémito (palpitación de dicha arteria). El diagnostico de gestación por vía rectal debe ser realizado con delicadeza y por una persona con experiencia, de tal forma que no se cause daño al embrión o se provoque un aborto a la vaca (Scully et al., 2014). En la actualidad el uso del ultrasonido para el diagnóstico de gestación en vacas es una de las mejores opciones, ya que es un método no invasivo y preciso si se realiza adecuadamente. Además, el uso del ultrasonido para el diagnóstico de gestación en vacas cada vez debe ser más utilizado, ya que permite visualizar la viabilidad del ternero en el momento que se realiza, evitando de esta manera futuras discusiones de la efectividad del diagnóstico de gestación en vacas.