ALGUNOS ASPECTOS A CONSIDERAR EN LA PRODUCCIÓN DE VAQUILLAS DE REEMPLAZO

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Por: Ángel Ríos Utrera, Moisés Montaño Bermúdez, Vicente Vega Murillo, Guillermo Martínez Velázquez, Juan José Baeza Rodríguez, Sergio Román Ponce, René Calderón Chagoya / INIFAP

Agro Región

 

Aunque los animales jóvenes representan el futuro de cualquier empresa ganadera, normalmente estos reciben menos atención que los animales adultos. Algunos estudios demuestran que la crianza de los animales jóvenes se percibe como el aspecto menos importante en el manejo de los hatos. Por lo tanto, es importante convencer a los ganaderos de los beneficios económicos a largo plazo que se derivan de invertir más tiempo y dinero en esta fase. Los sistemas de producción de leche y carne bovina deberían tener entre sus principales objetivos producir vaquillas de reemplazo con la habilidad de alcanzar su máximo potencial productivo en términos de producción de leche y becerros destetados. Para que esto suceda, se requiere de buena fertilidad y longevidad. En países desarrollados, una práctica común de los productores de leche y carne es cargar sus vaquillas Bos taurus de reemplazo a los 15 meses para que paran por primera vez a los 24 meses de edad. En dichos países, esta edad es ampliamente considerada como la edad mínima en la cual las hembras están lo suficientemente desarrolladas para parir sin dificultad y lograr una buena primera lactancia. Una edad al primer parto cercana a los 2 años de edad (23 a 25 meses) también es muy favorable en hatos con época de parto definida para mantener el patrón de partos deseado. En la práctica, pocos hatos logran una edad a primer parto promedio de 2 años. En general, la edad a primer parto varía entre 26 y 31 meses en vaquillas lecheras (Cuadro 1). Un estudio realizado en Irlanda demostró que solo el 16% de las vaquillas de razas cárnicas  paren a los 26 meses de edad, lo cual aumenta a 50% en hatos sobresalientes.

 

Cuadro 1. Edad a primer parto (EPP, meses) en vacas Holstein en diferentes países

País

Registros

EPP

EUA

400,000

26.0

Reino Unido

400

26.4

Australia

400

28.8

China

1,500

29.3

Kenia

1,600

31.0

 

 

Una edad a primer parto de 2 años reduce los costos de mantenimiento porque disminuye el periodo no productivo, pero se necesitan buenas medidas de manejo para asegurar que el potencial de producción de leche y carne no sea afectado. Esto requiere que la vaquilla tenga una tasa de crecimiento adecuada para asegurar un peso al parto apropiado. La edad a primer parto, la tasa de crecimiento y el peso al parto están correlacionados, lo que hace que sus efectos sobre el futuro desempeño sean difíciles de separar. La fertilidad de las vaquillas es un componente crítico de la edad a primer parto. Generalmente, los ganaderos deciden cuando aparear sus vaquillas de reemplazo, basados en la edad o el tamaño corporal (peso y/o altura), pero si éstas no conciben, la edad a primer parto se alarga inevitablemente. Por otro lado, el progreso genético logrado en las décadas pasadas ha resultado en vacas lecheras con mayor capacidad de producción de leche y bovinos de carne con mayores y más eficientes tasas de crecimiento; sin embargo, esto vino acompañado de una tendencia negativa en la fertilidad, ya que la baja fertilidad sigue siendo la mayor causa de desecho, lo cual resulta en una menor longevidad.

 

En general, es ampliamente aceptado que los animales deben alcanzar alrededor de 55 a 60% de su peso maduro al primer servicio y de 85 a 90% al primer parto. Con la finalidad de que una vaquilla Holstein típica para a los 24 meses de edad, ésta debe mantener una ganancia de peso de 750 g/día. Los sistemas de crianza de becerros tradicionales ofrecen volúmenes de leche restringidos durante el periodo predestete, ofreciendo leche al 10% del peso corporal y suplementando de 400 a 500 g de sólidos de leche/día, para lograr ganancias de peso de 400 a 600 g/día. Los becerros alimentados con mayores cantidades de leche consumen mayores cantidades de nutrientes, por lo que ganan más peso. Por lo tanto, alimentar con leche entera o sustituto de leche para obtener un crecimiento predestete acelerado le permite a las vaquillas alcanzar más pronto el tamaño corporal óptimo para el apareamiento. Por ejemplo, en unos estudios se observó que becerras con una ganancia de peso predestete de 800 g/día parieron 27.5 días antes que becerras con una ganancia predestete de 550 g/día, mientras que vaquillas con una ganancia predestete de 640 g/día concibieron y parieron a menor edad cuando se aparearon al mismo peso corporal que vaquillas con una ganancia predestete de 440 g/día. Otros investigadores observaron que becerras alimentadas con leche entera se mantuvieron más pesadas posteriormente, alcanzaron la pubertad 23 días antes y produjeron más leche en su primera lactancia comparadas con becerras alimentadas con sustituto de leche.  

 

La estrategia de destete es otro aspecto clave en la producción de vaquillas de reemplazo. El destete se debe basar en el consumo de concentrado para asegurar un desarrollo ruminal adecuado en lugar de una edad y/o peso adecuados. A menos que el animal esté listo para la transición a una dieta sólida, habrá un ajuste en el crecimiento en esta etapa, el cual puede contraponerse a cualquier beneficio previo derivado de un buen crecimiento predestete. Con respecto a la fase posdestete, no es una novedad que una mejor nutrición acelera el desarrollo reproductivo. Por ejemplo, se ha observado que una mayor proporción de vaquillas productoras de carne en pastoreo, complementadas con suplementos de maíz de alta calidad nutrimental, durante 5 meses después del destete, alcanzó la pubertad al inicio de la época de empadre, comparadas con aquellas complementadas con suplementos de maíz de baja calidad nutrimental (71 vs 61%). En este estudio no hubo diferencia en la tasa de gestación, pero las hijas de las vaquillas mejor alimentadas crecieron mejor y tuvieron una tasa de preñez a primer servicio mayor.  A partir de una extensa revisión de literatura sobre dietas nutricionales, se concluyó que una seria deficiencia de energía o proteína en cualquier momento durante los primeros 2.5 años de vida tiene efectos adversos en la viabilidad del becerro, producción de leche y fertilidad subsecuentes.

 

La edad a la pubertad es una característica importante para obtener una buena vida productiva. Una vaquilla alcanza la pubertad cuando ovula un oocito potencialmente fértil, y algunas definiciones estipulan que esto debe estar acompañado de signos visuales de estro (calor). En hatos lecheros ésta debería ocurrir alrededor de los 12 meses de edad y en hatos con épocas de apareamiento fijas idealmente debería ocurrir al menos 4 a 6 semanas antes del inicio de la época de empadre, para permitir que ocurran algunos ciclos estrales antes del apareamiento, ya que después de la pubertad el tracto reproductivo continua desarrollándose bajo la influencia de elevaciones alternadas de estradiol y progesterona, lo cual mejora la fertilidad después de los primeros ciclos estrales. Un estudio reveló que la tasa de preñez fue de 57% cuando las vaquillas fueron servidas al primer estro observado, pero ésta llegó a 78% cuando fueron servidas al tercer estro observado.

La edad a primer parto afecta la fertilidad y productividad de las vacas. Las vacas que paren muy jóvenes continúan creciendo en mayor magnitud después del parto y la demanda nutricional colateral para crecimiento puede ser a expensas de la fertilidad, comparadas con hembras más cercanas a la madures. Por otro lado, las vacas que paren relativamente viejas tienden a ser gordas y subsecuentemente movilizan más tejido corporal en la lactancia temprana. En un estudio se observó que las vaquillas que parieron por primera vez de los 22 a los 24 meses de edad tuvieron intervalos entre partos más cortos, comparadas con vaquillas más jóvenes o más viejas (Figura 1). En general, a medida que aumentó la edad a primer parto, el intervalo entre partos fue mayor. Otro aspecto muy interesante que se observó es que las vaquillas que parieron más jóvenes tuvieron probabilidades significativamente mayores de parir por segunda vez (Cuadro 2). Finalmente, en relación con la producción de leche, se determinó que la producción diaria de leche de por vida aumentó conforme disminuyó la edad a primer parto (Figura 2).

 

 

Figura 1. Relación entre la edad a primer parto y el intervalo entre partos en vaquillas Holstein del Reino Unido.

 

 

 

Cuadro 2. Probabilidades de parir una segunda vez por edad a primer parto (meses) en vaquillas Holstein del Reino Unido

Edad a primer parto

Probabilidad (%)

Intervalo de confianza al 95%

21

82.9

81.1 – 84.8

22

83.7

82.6 – 84.8

23

82.5

81.8 – 83.3

24

82.6

82.0 – 83.2

25

81.7

81.2 – 82.2

26

80.7

80.2 – 81.2

27

80.4

79.8 – 80.9

28

79.3

78.7 – 79.8

29

78.5

78.0 – 79.1

30

78.2

77.6 – 78.8

31

77.2

76.5 – 77.8

32

76.2

75.5 – 76.9

33

75.4

74.6 – 76.1

34

74.8

74.0 – 75.6

35

73.7

72.8 – 74.6

36

72.6

71.7 – 73.6

37

72.0

70.9 – 73.1

38

69.9

68.6 – 71.2

39

68.9

67.3 – 70.4

40

69.0

67.2 – 70.7

41

66.6

64.5 – 68.7

42

64.9

62.6 – 67.2

 

 

 

 

Figura 2. Relación entre la edad a primer parto y la producción diaria de leche en vaquillas Holstein del Rei