FERTILIZACIÓN ORGÁNICA DE MAÍZ PARA CONSUMO ANIMAL

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Por: Jiménez Ortíz M.M.1 Granados Zurita L.2 Quiroz Valiente J.2  1Asesor independiente/  INIFAP-TABASCO

La producción pecuaria se enfrenta actualmente a un fuerte incremento en la demanda mundial de alimento de origen animal. Por tal razón, la ganadería es uno de los principales usos de la tierra en América Latina y el Caribe. Lamentablemente, en estos lugares del planeta, el desarrollo de la ganadería se caracteriza por su baja productividad y por sus efectos negativos para el medio ambiente (FAO, 2008).

La preferencia de consumo de las especies forrajeras, está influenciada por rasgos nutricionales como contenido de nitrógeno, fosforo y de fibra; físicos como tamaño de hojas y su forma lo que permite obtener un mayor tamaño de bocado, que junto el número de mordidas, el tiempo de consumo favorecen el mayor consumo (Pérez et al., 2012). En el proceso de utilización de la pradera el ganado consume preferentemente la hoja por ser el componente de mayor calidad nutricional (Reategui et al., 2019).

El cultivo de maíz forrajero, representa un alimento que puede complementar los requerimientos de nutrientes de los rumiantes debido a que proporciona gran cantidad de materia seca (MS), carbohidratos estructurales y proteína bruta (Moreno et al., 2017). La planta de maíz se puede utilizar en verde o procesada a través del ensilaje. Sin embargo, el ensilado de maíz se utiliza con mayor frecuencia con respecto a la planta en verde picada, sobre todo durante las épocas de escasez de forraje o en etapas fisiológicas del animal con alta demanda de nutrientes (etapa inicial de la lactancia) (Boivin et al., 2013). Además, el valor proteínico de la planta se puede incrementar si se considera la edad de cosecha (Amador y Boschini 2000). En evaluaciones realizadas por Jiménez-Ortiz et al. (2019), reportaron valores de 9.9 % de proteína cruda (PB) en el cultivo de maíz a la cosecha (80 días después de la siembra) con la aplicación de 30 t ha-1 de estiércol composteado mas micorriza arbuscular (G. intraradices), no mostrando diferencia con respecto a la aplicación del fertilizante inorgánico. Sin embargo, cuando se corta en etapa temprana (a la floración, 55 días) el valor del contenido de proteína aumenta considerablemente hasta 17 % PB. Esto es debido a que en etapas tempranas de crecimiento el mayor contenido de PB generalmente se concentra en la hojas, disminuyendo conforme la planta va madurando (Amador y Boschini, 2000). A los 55 días de la siembra, con esa misma dosis de fertilizante orgánico, el rendimiento de materia seca (MS) obtenido ha sido de 12.0 y 8.0 t ha-1 de MS para los ciclos de cultivo PV (primavera-verano) y OI (otoño-invierno), respectivamente; mientras que con la fertilización química, el rendimiento de MS en PV y en OI fueron similares el obtenido con la fertilización orgánica Jiménez-Ortiz et al. (2019).

En los sistemas de producción de rumiantes domésticos, es importante obtener forrajes con alto valor nutritivo, con el fin de cubrir el mayor porcentaje de nutrimentos que demandan los animales en cada una de sus etapas fisiológicas y productivas (Enríquez et al., 2011). En este sentido, la incorporación del estiércol composteado y micorriza al suelo, permite que las plantas acumulen una mayor cantidad de nutrientes. El empleo de estiércol composteado con o sin G. intraradices representan una opción para reciclar el estiércol que se genera en las unidades de producción bovina de doble propósito y favorece la sustitución de fertilizantes químicos, así como, el aumento de la calidad química y rendimiento de forraje de maíz, lo que facilita su empleo como alimento para rumiantes sin procesar o para ensilar.

Referencia: edición No. 109 revista AGRO REGIÓN