Los mensajes de los ojos y las orejas

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Por: Nicolás Berumen Ávalos y Alejandro Valladares A.

Agro Región

Cuando se observa a un caballo ya sea con la intención de comprarlo o montarlo, o simplemente y sencillamente para admirarlo, éste debe tener un cuerpo que nos impresione o nos deje satisfechos en nuestra exigencia, con respecto a la raza o condición anatómica.

            Posteriormente, en lo que nos fijamos inmediatamente es en su estado emocional y que se refleja en sus ojos y en las orejas dando nuestra aprobación en base a ellos. Cuando nos acercamos a estos animales de manejo y por el movimiento de sus ojos u orejas, sabemos si nos rechaza por miedo, aunque pueden ser agresivos, aunque no nos ataquen.

            Lo que comprendemos con su expresión y evitamos acariciarlo y agarrarlo, ya que a través de estos órganos de los sentidos nos comunican su estado emocional y carácter.

            Los ojos y las orejas (que incluyen a los oídos) son órganos que reciben los estímulos externos y conducen al encéfalo, los impulsos resultantes convertidos en sensaciones visuales y auditivas a través de vías de conducción altamente especializadas que envían una respuesta al exterior que va desde ataque, defensa o aceptación.

            Cuando el caballo es amansado, creemos todos que son dóciles (mansitos), mas sin embargo existe en cada animal un patrón de conducta influenciado por muchos factores tanto internos como externos que le dan un carácter único a cada uno y esto se expresa en los ojos y orejas.

            Los sabedores de caballos principalmente los que han convivido mucho con ellos, al verle su cara y fijarse en sus ojos y las orejas casi pueden decir el tipo de carácter que tienen estos animales, o en que estado se encuentra en ese momento.

            Si nos paramos en frente de un caballo y observamos los ojos de frente sin tener en cuenta el resto de las fracciones de la cabeza, resulta muy difícil interpretar su significado en lo que respecta a la personalidad del animal, pero la experiencia nos dice que cuanto más visible sean los ojos, mayor es la confianza del caballo en sí mismo.

Por los tanto, estos cuacos rápidamente entran en confianza con el hombre y si estamos en la misma posición y observamos los ojos del caballo que están colocados muy lateralmente, esto afectará la visión del animal, teniendo una influencia negativa en su comportamiento ya que pueden ser muy desconfiados o espantadizos.

            Cuando nos ponemos de un lado del caballo, vemos un solo ojo y éste, si es grande y triangular podemos pensar que el animal es muy atento e inteligente.

            Cuando los ojos son de tamaño mediano “encapuchados” este caballo suele ser introvertido e impredecible en su carácter.

            Ahora caballos con ojos pequeños y dando un aspecto de duro, tienden a mostrarse rebeldes o agresivos y de lento aprendizaje. Los ojos pequeños dan un aspecto a los de los cerdos.

            Por lo regular la mirada de cada caballo puede cambiar de un momento a otro y esto se refleja en el brillo y expresiones de su iris, pudiendo decir el conocedor que el cuaco está atento, contento, cansado, desvelado, descontento, tiene coraje o dolor.

             Por otro lado, cuando nos apoyamos en las orejas, éstas nos dicen junto con los ojos su estado emocional. En ese momento, cuando el caballo agacha las orejas hacia atrás “ariscarlas”, esta enojado y dispuesto a atacar.

            Cuando mueve las orejas en diferentes direcciones, está confundido; cuando las orejas las dirige hacia adelante, está atento a lo que sucede.

Las orejas anchas de forma indefinida, más separadas por la punta que por la base, significa que podemos confiar en ese animal.

Los caballos con orejas de coyote, suelen ser de temperamento impredecible, cambiante a cada momento; las orejas con puntas bien definidas suelen ser muy rápidos, inteligentes y aprenden con mayo felicidad.

            Los equinos que tiene orejas largas, estrechas y rectas “de burro”, pueden ser poco lentos mentalmente y temperamentales. Lo anterior no es una regla, está dicho en base a las experiencias de la gente de caballo.