La agricultura tradicional en Tabasco

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“El conocimiento es del pasado, la sabiduría del presente” Proverbio Lumbee

Por Dres. Elisabeth Casanova García y Jorge Quiroz Valiente
 

Los Yokot’anob (hablantes de lengua verdadera) son un grupo de filiación maya que habita en el estado de Tabasco. Están asentados desde la época prehispánica en selvas bajas y las llanuras costeras, cálidas y húmedas. El territorio que hoy es Tabasco, la parte baja de las cuencas de los ríos Grijalva y Usumacinta, fue en la época prehispánica un corredor que comunicaba las partes norte y sur de Mesoamérica, por donde circularon, además de los Maya chontales, los itzáes, xicalangas, toltecas, quichés, kakchiqueles.

A la llegada de los españoles los principales pueblos eran chontales, zoques y nahuas. Los chontales eran hábiles navegantes, que recorrían los caminos de agua que unían el altiplano central de México con la zona del Soconusco en Chiapas, la península de Yucatán y Guatemala.

La economi?a indígena se sustentaba en el policultivo de maíz, frijol y calabaza. La caza, pesca, recolección y la cría de animales de traspatio proporcionaban la proteína animal que complementaba la dieta de los chontales. Bajo el dominio colonial, las comunidades indígenas fueron convertidas en tributarias, desalojadas de sus propias tierras y obligadas a cultivar cacao para los españoles. En 1824 se reconoció? a Tabasco como un estado más de la República Mexicana. Los hacendados tabasqueños poseían hatos de ganado bovino, que exportaban junto con el cacao y otros productos forestales.

A principios del siglo XX, la interacción de los chontales con las haciendas cacaoteras, con los ingenios o con las “monterías” (explotaciones madereras) era escasa, pero con el inicio del cultivo agroexportador de plátano Roatán, los terrenos de los bordes del río (tradicional asiento de los chontales) fueron codiciados por los grandes capitalistas agroexportadores. En este contexto, afirma el antropólogo Carlos Incháustegui, “…no fue casual que hacia 1927 se realizara una gran promoción para eliminar el estilo de vida chontal, se introdujeron escuelas artesanales, se destruyeron las instituciones religiosas; se proscribió? la lengua chontal ( yokot’an ) e incluso se llego? a emplear la violencia para persuadir a los indígenas del cambio de vida.”. ésto documentado en el libro “Las Márgenes del Tabasco Chontal”. Publicado por el Gobierno del Estado de Tabasco.

La explotacio?n petrolera, continúa Incháustegui, inicio? en los an?os cincuenta y se expandió? en forma explosiva en los setenta; llegaron muchas personas de otros estados y se desarrolló? el trabajo industrial asalariado. El estado emprendió? grandes obras de drenaje y desecación de terrenos, lo que provoco? cambios definitivos en el ambiente. A partir del auge de la explotación petrolera en Tabasco, la vida de los chontales cambió drásticamente, al convertirse en fuerza de trabajo barata en los pozos petroleros. Es paradójico que la industria del petróleo, que implico? enormes ingresos para el país, no se tradujo en mejoras económicas para estos pueblos; sin embargo, y sí en cambio dañó sus sementeras, contaminó sus ríos y lagunas y propició la migración de muchos jóvenes hacia los centros urbanos, dañando el tejido social comunitario.

Actualmente la mayoría viven en pequeñas poblaciones rurales y solo algunos en villas de más de 5,000 habitantes. Se ubican en comunidades de los municipios de Centro, Centla, Jonuta, Macuspana, y Navajuda. Como en el resto del país, la cultura de los chontales de Tabasco se ha visto dinamizada fuertemente en la segunda mitad del siglo XX, lo que propició cambios importantes, por ejemplo, en el modo de cultivar el maíz, en la manera de construir las viviendas, en el uso de la lengua materna y en la cosmovisio?n.

Proponer proyectos agrícolas con profundo contenido ecológico debe ser prioridad para profundizar la relación entre la agrobiodiversidad y los efectos del cambio climático en la agricultura, a partir del análisis de las practicas rituales y agrícolas de los pueblos indígenas. Se debe destacar la importancia de los elementos culturales asociados a los sistemas de producción tradicionales, especialmente por su rol en la participación social y preservación de la actividad agrícola. El encuentro de académicos e investigadores previamente sensibilizados con estos sistemas de producción ancestrales del México profundo, permitirán delinear los sistemas agrícolas sustentables.