Importancia de las tortugas marinas y los antecedentes de su explotación en México

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La importancia de las tortugas marinas puede verse desde diferentes perspectivas: por sus características biológicas, por su papel en los ecosistemas que habitan, por el aprovechamiento que se ha hecho de ellas o desde la visión que cada cultura tiene sobre estos animales.

Como ejemplo podemos mencionar la importancia ecológica como parte de la cadena alimenticia, primero consumiendo una gran diversidad de especies animales y vegetales, ocupándose así de regular sus poblaciones; aportando grandes cantidades de materia orgánica utilizable como fuente de energía al convertirse en alimento de sus depredadores naturales; o al sufrir procesos de descomposición cuando mueren, incorporándose al ambiente como nutrientes para otros organismos.

Cumplen una destacada labor al transferir nutrientes entre ecosistemas, ya que al salir del mar para dejar en la playa sus huevos, están llevando energía del ecosistema marino al terrestre.

En la playa, las hembras pueden ser presa de algunos depredadores y los huevos que dejan sirven de alimento, en estado fresco o en descomposición, para otros organismos como cangrejos, mapaches, coyotes, así como para varias especies de aves e insectos. Al salir las crías de sus nidos, dirigirse y entrar al mar, son importante aportación de energía que se está incorporando del ecosistema terrestre al marino.

 Durante sus migraciones también transfieren energía al trasladar organismos que se adhieren a ellas, como algas, moluscos, balanos y algunos peces. Como recurso, los quelonios marinos son importantes por el uso y aprovechamiento que el hombre ha hecho de ellos desde tiempos remotos.

De las tortugas marinas no sólo ha obtenido alimento, sino también materia prima para elaboración de variados productos industriales, incluyendo los curativos, acostumbrados en comunidades costeras. De igual forma tienen su importancia cultural en muchos pueblos ribereños al ser elementos centrales de danzas y rituales tradicionales.

La aceptación y creciente demanda de productos de estos animales dieron impulso a una pesquería en la cual se involucraron intereses económicos, tanto de nivel nacional como internacional.

Más recientemente, y una vez que las tortugas fueron declaradas especies en peligro de extinción y gozaron de protección legal total y por tiempo indefinido, sus formas de aprovechamiento dieron un giro al convertirse en un atractivo turístico muy efectivo, gracias a lo cual pueden seguir rindiendo frutos a las comunidades locales sin la necesidad de capturarlas.

La captura de tortugas marinas para autoconsumo fue practicada en México por las comunidades costeras desde antes de la Conquista Española hasta la primera mitad del siglo XX; el incremento en la demanda de los productos de las tortugas en mercados nacionales e internacionales fue adquiriendo importancia hasta dar forma a una pesquería comercial de gran magnitud.

Entre las principales se tiene la ocurrida en la Península de Yucatán, que hasta finales de los años sesenta se mantuvo orientada hacia la captura de las tortugas blanca y caguama, muy apreciadas ambas por el sabor de su carne. Por muchos años salieron cargamentos con decenas de tortugas blancas vivas desde las islas Cozumel, Mujeres y Holbox en Quintana Roo, con destino a la Florida en Estados Unidos de América, mientras que la caguama se destinó principalmente al consumo local.

 Hace casi medio siglo, en la costa oeste de Florida y desembocadura del Río Mississippi, se desarrolló una pesca comercial de regular importancia para la explotación de la tortuga lora. En el Pacífico mexicano los primeros registros dan cuenta de una producción nacional de alrededor de 600 toneladas al año

En 1962 esa producción se duplicó y, por esos años, la captura de tortugas en el Estado de Oaxaca comenzó a ser significativa en la estadística nacional. Cada año esta aportación se fue incrementando debido a la gran aceptación de la carne y alta cotización de las pieles curtidas de tortuga golfina en el mercado internacional, de manera tal que para 1968 se alcanzó la captura máxima de 14,500 toneladas (aproximadamente 350 mil tortugas).

A partir de entonces se observó una reducción en las poblaciones de tortugas por lo que la captura comenzó a descender al punto que las autoridades declararon una veda entre los años 1972 y 1973, durante los cuales se reorganizó la pesquería.

De esta restructuración surgieron nuevas disposiciones, tales como la exclusividad a las cooperativas pesqueras para la captura de estas especies, el aprovechamiento obligatorio de todas las partes de la tortuga para evitar desperdicios, así como el establecimiento de tallas mínimas y cuotas de captura por región.

 Adicionalmente se estableció el compromiso de las cooperativas pesqueras para participar en acciones de protección de hembras, huevos y crías.

 Pese a este reordenamiento las tendencias de las poblaciones de tortugas marinas continuaron descendiendo, por lo que la pesca comercial de estos quelonios concluyó en mayo de 1990 con el acuerdo de veda total y permanente para su protección.

No sobra decir que en los últimos años de captura legal la única especie que podía soportarla era la tortuga golfina, particularmente en algunas regiones entre los Estados de Jalisco y Oaxaca. En ese mismo periodo la producción nacional de tortuga golfina provenía mayoritariamente de este último.

Referencia : Harfush, M., 2010. Principales Características Biológicas de las Tortugas Marinas. Artículo publicado 31/05/10 en el suplemento La Jornada Ecológica, del periódico La Jornada, México. Disponible en línea en http://jornada.unam.mx/2010/05/31/eco-c.html.