Por Elisabeth Casanova García y Jorge Quiroz Valiente
Las fibras vegetales al conjugarse con la creatividad y maestría de los artesanos, resultan en bellos y útiles objetos que han acompañado siempre la vida humana y a pesar de llegar a altos grados de perfección, como en el caso de los sombreros de Jipijapa, el tejido de fibras no goza del reconocimiento que merece por sus técnicas, conocimiento del medio, destreza y creatividad entrelazados en un solo objeto.
Tabasco es rico en recursos naturales propios de la megabiodiversidad del trópico, es una fuente generosa de bejucos, palmas, guano, cañas, jacintos, mutusay y todo aquello susceptible de ser trenzado, anudado, o tejido, que los artesanos crean para ayudar en las tareas del campo, dar cobijo a los suyos o alegrar la vida cotidiana. Sería imposible describir en pocas líneas la variedad de fibras naturales que se emplean en la región y las técnicas ligadas a cada una para la elaboración de otros tantos objetos de uso cotidiano.
Siempre dóciles a las necesidades del artesano, pocos materiales son tan versátiles como las fibras naturales. Transportan, cubren, guarecen, acunan, contienen, conservan, atrapan, engalanan y acompañan la vida de los mexicanos desde el nacimiento hasta la muerte, tanto en actividades productivas como la siembra (morrales, tenates), la pesca (redes, canastos, nazas), la recolección (elementos para cargar, transportar, almacenar); en la morada (techo, esteras, petates, cunas), así como en utensilios para conservar los alimentos (yaguales, costales, cestos), entre muchos otros.
Entre las fibras vegetales que se tejen en Tabasco destacan: el motusay, la cañita, la palma de guano y el jacinto, entre otras. Las características de las fibras determinan su técnica de trabajo. Ya sea que solo se sequen, se recorten en forma de tiras o se abran longitudinalmente y luego se aplanen, otras se rehumedecen para facilitar la flexibilidad en el tejido; con otras tantas se obtienen hilos que se entorchan para hacer sogas y lías.
El petate es un elemento fundamental en muchas casas tabasqueñas, sobre el que se sueña y descansa, y que, al cubrir las paredes, refresca el ambiente. Su elaboración se extiende por toda la zona yokot’an y es una tradición que ha trascendido generaciones y se remonta a la época prehispánica. El tejido de fibras rígidas como el motusay está muy arraigado en la región Sierra, concretamente en Tapijulapa, Tacotalpa. Los objetos elaborados son para uso cotidiano (canastas, sombreros, muebles, lámparas, etc), aunque hay también piezas ornamentales.
En resumen, el tejido de fibras vegetales es una expresión fundamental de las culturas mexicanas pues comunidades rurales enteras se dedican a esta expresión artesanal. Mucho se han estudiado sus diseños y técnicas de elaboración, pero muy poco se conoce del impacto cultural que la deforestación genera en las materias primas de consumo, y casi nada se sabe de los tejedores de fibras, aquellos que ponen en juego tanto sus destrezas físicas como intelectuales para crear una obra casi nunca valorada en su verdadera dimensión.
Fotod tomadas de las páginas:
https://eitmedia.mx/index.php/life-style/festivales/item/18938-inicia-festival-artesanal-de-la-palma-y-la-canita-en-tabasco
https://tabasco.gob.mx/ifat
https://www.travelbymexico.com/villahermosa/atractivos/?nom=etabartesania