Por Alberto Herrera Caballero / Agro Región
Si bien es de suma importancia seleccionar un caballo de acuerdo a su objetivo o disciplina, no es lo único que hay que tomar en cuenta, normalmente se empieza seleccionando su raza y sus habilidades. Por ejemplo, para un caballo bailador se requiere que levanten sus manos y patas con facilidad. Normalmente se encuentran fácilmente en caballos de la raza Español de forma natural, y no quiere decir, que con otra raza no se pueda lograr, el problema está en que se necesita de mayor tiempo y esfuerzo para lograr y con menores posibilidades el éxito.
Para las carreras, se busca velocidad, la raza Cuarto de Milla ó Pura Sangre son adecuadas; en competencias de lazo el Cuarto de Milla -de líneas de trabajo- son dominantes con sentido del ganado, de tal forma que, explotemos el potencial de cada individuo en una rienda de alto rendimiento. Cuando logramos seleccionar el animal de acuerdo a sus habilidades y conformación, el resultado se logrará en menor tiempo y con alto porcentaje de calidad en su rienda y entrenamiento.
También tenemos que considerar el temperamento de la persona y del caballo, para lograr el binomio perfecto, y se disfrute plenamente la actividad a realizar. Entonces clasificaríamos el temperamento de los caballos en tres tipos principalmente: Dócil, equilibrado y nervioso. Y para los jinetes los ubicamos como: pasivo, tranquilo y activo.
La recomendación sería, para un jinete pasivo, un caballo dócil, tranquilo y equilibrado; y para el jinete activo necesitará un caballo nervioso. De esta forma, homologaríamos los temperamentos de ambos y con la capacidad que tienen los equinos de conectarse y sentir a los humanos, de forma natural equilibrada ya que esta actividad de montar un animal dbe ser placentera. Por último, recomiendo que nunca debemos olvidar del cuidado y/o revisión de las patas, y de sus bocas, para que estén sanas, ya que éstas son necesarias para caballos de competencia o de alto rendimiento.