La jaiba es uno de los productos que se ha posicionado en lo alto del sector pesquero y acuícola nacional; este recurso se encuentra entre las 10 especies de mayor producción en volumen y valor en México.
Sinaloa es la entidad que ocupa la mayor producción con 24 mil toneladas, casi el 50 por ciento del volumen nacional, mientras que en Campeche, Sonora y Tamaulipas la captura de jaiba ronda en las 6 mil toneladas por cada estado.
La pesquería de jaiba es relevante para la estabilidad social y económica de las zonas costeras del Océano Pacífico y Golfo de México, así como una alternativa para los pescadores artesanales de camarón cuando éste se encuentra vedado.
Para la captura de jaiba se emplean artes de pesca selectivas y sustentables, como lo son trampas y aros de alambres galvanizados, técnicas que los pescadores operan a mano.
La presentación comercial de la jaiba es variada, puede ser entera fresca congelada, cocida en pulpa, entera fresca enhielada, entera cocida congelada y entera fresca, principalmente; sin embargo, con el valor agregado el producto puede adquirirse en “fingers”, “crab cakes” y “lolly pops”.
Es rico en proteínas y bajo en grasas, además de que aporta minerales como fósforo, calcio y yodo, resultando de gran beneficio para el sistema sanguíneo, los huesos y el buen funcionamiento de la tiroides. Entre las vitaminas que contiene, destacan los grupos A y D.
Este crustáceo ha sido incluido en guisos mexicanos muy reconocidos en el país, como la jaiba rellena, el chilpachole, ceviche y muchos otros más.