Por M.C. Pablo Ulises Hernández Lara.- Investigador del Programa Frutales Tropicales en INIFAP / Ing. Diana Rubí Ramos López.- Estudiante de Maestría en Química sustentable, UPCH.
Desde que se establece una plantación con limón Persa, los productores en repetidas ocasiones pasan por alto diversos problemas de manejo agronómico, ejemplo de ello son, una inadecuada preparación del terreno y mala orientación en la siembra, inadecuada fertilización, inadecuado manejo de plagas y enfermedades, así como de una mala formación de los árboles en la etapa de establecimiento y desarrollo inicial. Durante esta etapa, surge la necesidad de realizar la práctica de poda de formación (PF) como una tecnología necesaria aplicada a árboles de limón Persa recién implantados con edad de entre uno y dos años; ya que uno de los componentes que permite expresar el potencial productivo del cultivo es una adecuada estructura de la planta, que permitirá orientar el desarrollo y la distribución de las ramas sin generar competencia por espacio, aire y luz. Dicha práctica es de suma importancia, debido a que, si las ramas se dejan crecer libremente, conseguirán un aspecto natural, lo cual no es conveniente.
Que es la poda de formación
La poda es una práctica que consiste en eliminar algunas partes del árbol para lograr algún propósito determinado, por lo que dependerá en gran medida de los objetivos que se persigan (formación, floración, sanidad, ornamento, entre otros), y se considera una de las prácticas culturales más olvidadas y difíciles de manejar eficientemente en una huerta de limón Persa, ya que consiste en regular la capacidad vegetativa y reproductiva del árbol, por lo que se necesita conocer el comportamiento del mismo para saber por qué podar, cuando hacerlo, con que intensidad hacerlo, que beneficios se obtienen, y también, que sucede si se poda inadecuadamente.
La PF es una labor indispensable en el manejo agronómico del cultivo de limón Persa, la cual se sugiere realizar al momento del establecimiento de las plantas en terreno definitivo, o incluso, desde que la planta se encuentra en vivero (Figura 1). En esta etapa, la PF debe ser ligera y al ritmo que el árbol la requiera, pues si se hace una poda constante y severa, lo que se logra es una excesiva emergencia de brotes que nacen del mismo punto de la rama, lo cual retarda el crecimiento, la entrada a producción y, en ocasiones, puede la causar la muerte del árbol debido al desequilibrio generado por la acción de una poda no adecuada. Así mismo, en esta etapa y durante todo el ciclo de vida de la planta se sugiere eliminar los “chupones” que nacen en el tronco, ya que, si no se eliminan oportunamente, compiten por agua y nutrientes, creciendo más rápido y con mayor vigor que el árbol.
La PF consiste en crear un adecuado esqueleto o armazón de ramas principales que nacen del tallo, generalmente tres o cuatro dispuestas en forma de hélice distribuidas hacia los cuatro puntos cardinales, dichas ramas se llaman ramas primarias. Estas ramas van a soportar el peso de la copa, así como el peso de la fruta de futuras cosechas, así mismo, evitan que las ramas productivas toquen el suelo y aumentan la entrada de luz al interior del árbol. Posteriormente, las ramas que nacen a partir de las ramas primarias y que junto a estas terminan de formar el esqueleto del árbol, se llaman ramas secundarias. Las ramas secundarias deben estar repartidas a distancias que convengan a lo largo de las ramas primarias.
Metodología para realizar una adecuada poda de formación en árboles de limón Persa
Consiste en realizar un despunte de 10 cm al tallo principal del árbol a manera de romper la dominancia apical y así estimular la brotación lateral de las yemas (Figura 3a). De los brotes formados, se seleccionan tres o cuatro distribuidos alrededor del tallo que se convertirán en las ramas primarias que darán inicio a la formación del esqueleto del árbol. Si emerge más de un brote en el mismo punto del tallo, debe seleccionarse el más vigoroso o el que está en mejor posición y eliminar el resto de ellos. Cuando las ramas primarias alcancen 20 cm de longitud, se realiza un segundo despunte de cinco a siete centímetros para romper nuevamente la dominancia apical y así estimular una vez más la brotación lateral de yemas (Figura 3b). De los nuevos brotes, se seleccionan dos o tres distribuidos alrededor de cada rama primaria. Si emerge más de un brote en el mismo punto de la rama primaria, nuevamente se selecciona el más vigoroso o el que está en mejor posición y se elimina el resto de ellos. Al finalizar, el árbol tendrá entre ocho y 12 ramas bien distribuidas y una excelente formación de la copa.
Algunos objetivos de la poda de formación
Facilitar el manejo del árbol y mejorar la entrada de aire y luz, adelantar la entrada a producción, preparar al árbol para que a corto plazo los frutos alcancen un color y tamaño comercial, lograr un equilibrio fisiológico entre el crecimiento vegetativo y radicular, evitar rompimiento de ramas por el peso excesivo de la fruta a cosechar, evitar rompimiento de ramas por acción del viento y daños mecánicos, suprimir ramas indeseables y enfermas, mejorar la eficiencia de los tratamientos nutritivos y aplicaciones fitosanitarias, facilitar la cosecha, entre otros (Figura 4 y 5).
Herramientas de poda y su desinfección
* Tijera de mano. Permite cortes de hasta 2 cm de diámetro.
* Serrucho de poda. Se utiliza cuando las ramas alcanzan diámetros de más de 3 cm.
Se recomienda que las herramientas de poda estén afiladas con el objetivo de permitir un corte limpio. Cuando se realicen cortes con diámetros mayores a 3 cm, se sugiere sellarlos con pintura o cubre poda que permita una rápida cicatrización para evitar acumulación de humedad y contaminación por acción de hongos.
La importancia de limpiar, desinfectar y conservar las herramientas en buen estado, evita potencialmente el riesgo de contaminación por hongos y bacterias en los árboles, por lo tanto, es necesaria la desinfección de herramientas de corte después ser utilizadas, ya que por medio de estas se pueden transmitir enfermedades entre los árboles. Se recomienda utilizar hipoclorito de sodio al 1 % o alcohol al 70 % y con ello impedir su diseminación.
Bibliografía
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Referencia: Edició. No. 122 revista impresa Agro Región (noviembre-diciembre 2023)