LOS PASTOS TROPICALES Y LA PRODUCCIÓN DE PROTEÍNA

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Dr. Eduardo Daniel Bolaños Aguilar. INIFAP-Tabasco / Dr. Javier Francisco Enríquez Quiroz. INIFAP-Veracruz / MC. Abraham Fragoso Islas. INIFAP-Puebla

Los pastos constituyen la primera fuente importante de proteínas para la alimentación del ganado, sea ganado productor de leche, carne o doble propósito. La concentración de proteína de una planta forrajera varía según la especie, edad y época del año, además de la fertilidad del suelo. Por otra parte, la producción de proteína de una pradera (recordemos que la pradera es un conjunto de plantas forrajeras), está ligada a su producción de forraje en base seca. Lo anterior queda demostrado en el Cuadro 1, en donde se presentan resultados de trabajos de investigación del Programa de Forrajes del INIFAP-Tabasco.

Especies estudiadas: Chontalpo (Brachiaria decumbens), Humidicola (B. humidicola), Insurgente (B. brizantha), Mulato (B. brizantha x B. ruzisiensis), Dictyoneura (B. dictyoneura), Remolino (Paspalum notatum), Llanero (Andropogon gayanus) y Jaragua (Hyparrhenia rufa).

Este cuadro muestra que la producción de forraje de los pastos aumenta con la edad, siendo este incremento mayor en la época de Lluvias, en este ejemplo con 4311 kg ha-1 de forraje producido en 28 días de crecimiento; es decir, crecimiento que ocurre al pasar de los 14 a los 42 días del rebrote. La menor producción fue en la época Seca con 1048 kg ha-1 de forraje producido en el mismo período de 28 días. Luego entonces, la edad afecta la producción de forraje y, como se observa en el Cuadro 1, influye también en la concentración de proteína en la planta y en la producción de proteína en la pradera. Mientras que la concentración de proteína en la planta disminuye con la edad avanza, la producción aumenta en la pradera. Por lo anterior, la proteína en pastos puede analizarse a nivel de planta y a nivel de pradera.

Concentración de Proteína a Nivel de Planta.

El Cuadro 1 señala que, la concentración de proteína en la planta disminuye conforme la edad avanza, y este empobrecimiento es mayor en la época de Lluvias. En esta época la planta pierde 56 g de proteína por kg de forraje seco al pasar de los 14 a los 42 días de edad, mientras que, en este mismo período, pero en la época de Nortes, la planta solo pierde 37 g. La mayor pérdida de proteína en la época de Lluvias se debe a que la planta crece a mayor velocidad, dada las condiciones ambientales favorables de temperatura y humedad, ocasionando una mayor acumulación de biomasa en la planta (la planta crece más rápido) y por consiguiente una mayor dilución de la proteína. La Figura 1 muestra el ejemplo de dilución de la proteína en la planta. El cuadro 1 no enseña también que en la época de Nortes la planta forrajera mantiene una mayor concentración de proteína por perderse más lentamente con el tiempo. Del mismo modo, en la época Seca la pérdida de proteína es menor que en Lluvias, pero mayor que en Nortes, debido también al lento crecimiento de la planta (menor acumulación de biomasa) dada la falta de agua.

Concentración de Proteína a Nivel de Pradera.

Ahora, al pasar a nivel de pradera, ya no hablamos de concentración sino de producción de proteína, la cual está en función del rendimiento de forraje por unidad de superficie o por hectárea. De esta manera, la pradera aumenta su producción de proteína por hectárea al existir mayor rendimiento de biomasa, el cual ocurre en la época de Lluvias. El Cuadro 1 muestra que en la época de Lluvias la pradera registra las mayores producciones de proteína en cada edad evaluada, con respecto a la época Seca y de Nortes; no obstante que durante la época lluviosa la planta registra las menores concentraciones de proteína. El Cuadro 1 muestra que, al pasar de los 14 a los 42 días de edad de la pradera, se producen 329 kg de proteína por hectárea en la época de Lluvias, mientras que en la época Seca y de Nortes solo se obtienen 67 y 98 kg ha-1, respectivamente. 

Figura 1. Dilución del contenido de proteína en la planta con la producción de forraje en base seca (MS). Promedio de ochos especies diferentes y dos años de estudio en un suelo de baja fertilidad de la Sabana de Huimanguillo, Tabasco. Ejemplo para la época de Lluvias.

Es cierto que conforme aumenta la producción de forraje de la pradera la producción de proteína aumentará también, pero caracteres como la degradabilidad del forraje disminuirá, lo que afectará el aprovechamiento de la pradera por el animal; y, en consecuencia, su productividad en carne, leche o becerros. Por ello, debe dársele a las praderas períodos de descansos requeridos (dichos períodos ya fueron presentados y explicados en los números 97 y 98 de esta revista) para el mejor aprovechamiento de la proteína por los rumiantes (bovinos, ovinos, caprinos). Sin embargo, es importante mencionar que la proteína que toma el animal de la pradera sufre una fuerte degradación o pérdida relativa en el rumen, lo que limita su eficiente aprovechamiento.

¿Cómo reducir la degradabilidad de las proteínas?

Una alternativa para reducir esta pérdida es mediante el aporte de leguminosas forrajeras a la dieta del animal, ya que estas plantas son ricas en taninos condensados (García et al., 2016); además de ser ricas en otros nutrientes. Los taninos condensados, protegen a las proteínas con fuertes lazos de hidrógeno, disminuyendo su degradación o pérdida en el rumen. De esta manera, las proteínas llegan al intestino delgado donde son absorbidas por las paredes intestinales para pasar al torrente sanguíneo (Huyghe, 2003); y en consecuencia, para que nutran al animal. El saber aprovechar la proteína que producen las praderas, es una necesidad de rentabilidad económica por la reducción en la compra de concentrados. Este análisis general, muestra la importancia de las condiciones climáticas y del rendimiento de forraje en la producción de proteína de la pradera, y de la necesidad del uso de leguminosas para el mejor aprovechamiento de las proteínas de los pastos.

 

 

Literatura Citada:

García FL, Bolaños AED, et al., 2016. Rev. Agrociencia. 50: 429-440.

Huyghe C. 2003. Rev. Fourrages. 174: 145-162

Juárez HJ y Bolaños AED. 2007. Rev. Universidad y Ciencia.  23: 80-90.

 

FuenteEDICIÓN 103 de Agro Región