Cinco razones para disfrutarlo.
1. Los quesos son saludables y fomentan la sensación de bienestar
Los quesos son fuente de antioxidantes naturales, proteínas y micronutrientes. Diversos estudios científicos publicados (The American Journal of Clinical Nutrition, The Lancet, Advances in Nutrition…) han demostrado que la ingesta de queso no afecta a la salud cardiaca como erróneamente se creía hace años, e incluso reduce las enfermedades asociadas. Frente a los numerosos bulos que proliferan, los expertos recomiendan consumir lácteos de manera regular y el queso es uno de ellos. Este alimento es rico en vitaminas A y D, que ayudan al cuerpo a absorber el calcio y a mantener los huesos y los dientes sanos. El queso también es rico en vitaminas del grupo B, entre las que destaca la B12, la B9 (ácido fólico), la B1 (tiamina) o la B2 (riboflavina).
2. Compatibles para “mantener la línea”
Los quesos, al igual como ocurre con otros lácteos, deben tener un papel relevante en una dieta equilibrada, incluso entre aquellas personas que se han propuesto acudir al gimnasio regularmente y comer de forma más sana y equilibrada. Ningún alimento engorda, como producto aislado, lo que lleva a un incremento de peso es el total de lo consumido a largo plazo, especialmente cuando se toman más calorías de las que se gastan.
3. El queso “cuenta” para el cálculo de los “3 lácteos al Día” recomendados
El queso “es un alimento valioso”, característico de la dieta mediterránea y, aunque los más calóricos se deben tomar en menor cantidad, un consumo racional es totalmente aceptable y deseable. Entre las 3 raciones de lácteos que debemos tomar por día, según marcan las principales guías de alimentación y también la Fundación Española de la Nutrición, siempre será una buena idea que alguna de ellas sea queso. Y es que no es necesario que siempre optemos por productos “light”. De hecho, recientes estudios encuentran beneficios para la salud y para el control de peso la grasa de la leche.