Por Dr. Victor M. Basurto Kuba
Livestock Development Resources – LiDeR
Mérida, Yuc.
Agro Región
A la fecha existen grandes avances en nutrición en rumiantes, pero al parecer estos están aún en espera de ser adaptados por la gran mayoría de los ganaderos a nivel mundial y el tiempo apremia.
La ciencia animal, en lo particular la reproducción, sanidad y nutrición de rumiantes, han propuesto reflexivos temas para llegar al 2030 fortalecidos y cumpliendo normas y objetivos que el mundo espera con la esencia de seguir en la industria de consumo de productos de origen animal. Para ello se han incluido ciertas líneas de investigación como de mercadeo y la parte tecnológica, las cuales son muy beneficiosas pero retadoras a la vez, ya que deben ir ligadas bajo la norma de mejorar sustancialmente lo que hasta hoy se ha venido desarrollando como nutrición y explotación de la ganadería mundial.
Uno de los argumentos que han tenido más interés en estos últimos años por diferentes grupos, ha sido el disertado tema del medio ambiente, y en ello que factores contribuyen en su deterioro y como los gases efecto invernadero (GEI) están implícitamente incluidos. Por lo tanto, desde gobiernos, universidades, industria y hasta consumidores están hoy más atentos en saber qué y quien contribuye en este deterioro medioambiental y que debemos hacer para mitigarlo al máximo, para lograr obtener un mejor medio ambiente donde todos vivimos.
Desde el punto de vista nutricional, diferentes compañías han elaborado estrategias desde mercadeo, comercialización, marketing hasta concordancias de sus investigaciones aparejadas con universidades independientes y pagadas por ellos las cuales desean apropiarse al máximo posible como líderes en la industria de la nutrición, y como contribuyen ellas para bajar la contaminación de amoníaco y metano via sus productos nutricionales para animales. En contraste, a ese señalamiento de acusar a la ganadería, la cual se dicta que es la que más contamina al medio ambiente, es sabido que sucede en gran medida todo lo contrario, ya que gracias a su fertilización orgánica (bosteo y orina) durante el pastoreo, los rumiantes contribuyen enormemente a que las plantas tomen ese metano, amoniaco, CO2 y/o nitratos y los incluyan en su ciclo del carbono, como parte de su alimento, ya que la planta necesita estos compuestos como nutrientes para su crecimiento, regresando a su vez al medio ambiente el preciado oxígeno, gracias al proceso de fotosíntesis que solo las plantas lo tienen y que solo los rumiantes pueden consumir y ofrecer ese gran “retorno de inversión” a la humanidad.
Por lo tanto, apoyando la ganadería, se estará participando activamente en capturar ese metano. Asi mismo, habrá que analizar cuál y como se podrían aplicar en mayor cantidad y medida estas prácticas de captura de carbono, el cual su objetivo es reducir los GEI, mejorando así el medio ambiente.
El interés por parte de éste artículo y no hay el suficiente espacio para discernir en cada una de estas propuestas, pero solo señaláramos algunas que debemos como industria y usuarios verlas con objetividad y de ser posible aplicarlas para ir contribuyendo en disminuir esos GEI.
Todos comemos, y por lo tanto en algún momento todos tenemos decisiones que tomar sobre el tipo de alimentos que consumimos, el tipo de producción que preferimos y cuánto queremos pagar por ello. Dicho lo anterior, podemos empezar como objetivos primordiales, la imperante necesidad de mejorar la eficiencia de los nutrientes, o como debemos lograr un aumento de la vida productiva de los animales de una forma más rentable, resiliente y con una mirada de ofrecer un mejor bienestar animal, pero cuidando en lo más posible la biodiversidad.
Que aspectos precisos existen hoy en día que hayan mostrado un claro efecto mejorando la productividad animal, sin el uso imperante de antibióticos en la formulación o del uso de productos falsos en la alimentación que los extrema en su producción, pero no en su longevidad dentro del hato. Como podemos minimizar en gran parte el impacto ambiental, mejorando la autonomía alimentaria, arraigando a los futuros dueños de la ganadería y trabajando en conjunto con los profesionales a descubrir que la mayor la rentabilidad está en el campo y todo lo que la naturaleza nos ofrece.
Nutrimos animales para nutrir a los seres humanos y debemos jactarnos de que estamos produciendo alimentos seguros, inocuos, nutritivos y sustanciosos. Cuando el animal consume excesiva proteína en su dieta, la excreción de nitrógeno también será demasiado alta en el medio ambiente, y por el contrario cuando hay muy poca en las raciones, la conversión de aminoácidos en proteína (en musculo, o leche) será sub-óptima y el nitrógeno desaparecerá en la orina que nuevamente ira al medio ambiente.
Una dieta formulada correctamente y de buena calidad que proporcione mucha energía es la base para reducir con éxito las emisiones de nitrógeno. Lo anterior lo hemos venido subrayando continuamente, donde especifico que el balance proteína y energía es vital para minimizar ese efecto de excretar por parte del rumiante más nitrógeno al medio ambiente. Asi mismo, se propone que para disminuir los efectos de GEI, el consumo de aditivos ruminales; que dichos sea de paso, no todos aún han demostrado en forma práctica en pastoreo sus beneficios precisos y contundentes en nutrición, pueden ser en el futuro elementos a considerar.
Por otro lado, algunos otros aditivos han declarado algún efecto de ésa tendencia de minimizar los GEI, pero falta aún demostrar sus beneficios en pruebas más largas y con variaciones de medio ambientales donde los animales se encuentran bajo diferentes estatus sanitarios, además de sus diferentes ubicaciones geográficas son por lo tanto, los efectos que hacen que usar aditivos en el plano tropical y sus manejos hacen aún todavía escasa su utilización por falta de información contundente en el plano comercial practica para tomar las mejores decisiones por parte de los ganaderos.
Como observamos la Tabla 1 muestra una investigación hecha por la Universidad de Wegeningen de los paises bajos, donde demuestra que al ofrecer algunos aditivos (taninos, sobre todo) y sus derivados de plantas y aceites esenciales para la formulación de dietas para rumiantes, los resultados han sido positivos cuando la cantidad de proteína cruda en la dieta es baja contra aquella que es de alta proteína coadyuvando en disminuir las emisiones de amoníaco emitidos por las vacas lecheras.
Tabla 1. Efecto de los aditivos alimenticios sobre la proteína en vacas.
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Fuente: Schothorst Feed Research.2020.
Sin embargo, volvemos a mencionar, las investigaciones hechas por colegios o universidades hasta Cias. privadas desean mostrarnos como ejemplo en este tipo de resultados, donde son llevadas a cabo en latitudes muy diferente a nuestra ubicación, con animales europeos y con alimentación que no es la que el común denominador de los ganaderos usa en regiones tropicales o desérticas para el ejemplo es el mismo, y , así colocando estas investigaciones lejos de adoptarse para su uso comercial en el inmediato futuro y en gran escala, por lo tanto, las investigaciones son buenas e importante realizarlas pero deberán ir más aprisa para ofrecer mejores elementos de decisión cuando estos aditivos y cualquier tipo de nutrición de precisión ayuden a la rentabilidad de la ganadería del pais.
Bibliografia: Schothorst Feed Research.2020. Publicado en Nutrient food 2021.
Referencia: edición No. 107 revista Agro Región (mayo-junio 2021)