Esta particular raza de perros ha sido venerada desde tiempos prehispánicos, pues era la creencia en eso tiempos, que estos bellos animales eran guardianes de los espíritus, que guiaban a las almas de los fallecidos por el largo y difícil camino por Mictlán, la ciudad de los muertos.
La función más importante que se creía cumplían los Xoloitzcuintles, era la de ayudar a pasar a las almas por un profundo y caudaloso rio que atraviesa la tierra de los muertos.
Si la persona en vida había tratado mal a los animales, especialmente a los perros, el Xolo se negaría a ayudarlo a pasar, por lo cual perecería y no sería capaz de pasar.
Sin embargo, si la persona había tratado bien a los perros cuando se encontraba con vida, el Xolo gustoso, tomaría el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro lado.
Los Xoloitzcuintles no solamente eran valorados en el mundo espiritual, sino también cuando estaban vivos, pues eran asociados a Xolotl, el dios de la muerte, con el cual deberían ser bondadosos si querían gozar de una muerte agradecida y sin sufrimiento.
La leyenda del Xolo cuenta que, si este es color negro, no podrá llevar a las almas del otro lado del río, pues su color indica que él ya se ha sumergido en el río y ha guiado ya a suficientes almas a su destino. De igual forma, si el Xolo es blanco o de color muy claro, tampoco podría atravesar el rio, pues eso significa que es muy joven y aún no ha podido alcanzar la madurez para lograrlo.
Solamente cuando son de un color gris jaspeado, (que es lo usual en ellos) podrá llevar a cabo esta importante tarea.
De esta forma podemos ver como nuestros antepasados nos han heredado a través de la cultura y la tradición, el amor y el respeto por estos bellos animalitos que se han vuelto parte de nuestra vida, y que nos acompañan y guían tanto en vida como en muerte.
La palabra “xoloitzcuincle” proviene del náhuatl y se descompone en xólotl que significa esclavo, extraño o deforme, e itzcuintli que quiere decir perro.
Así como cuando la Iglesia ordenó el asesinato de gatos en la Edad Media por creerlos seres diabólicos, la Corona española dictaminó durante el siglo XVII acabar con los perros nativos de la Nueva España. Debido a esto, los perros mexicanos sin pelo fueron envenenados. Como consecuencia, estas razas fueron llevadas al borde de la extinción. Sin embargo, en 1950 fueron redescubiertos en algunas zonas de Guerrero y Oaxaca. Desde entonces, organizaciones como “Xolos Tarango” se han esforzado por conservar a esta especie.
Actualmente, el xoloescuincle es clasificado de dos formas. La primera es por la talla, pues según el estándar oficial de la Federación Canófila mexicana, existen tres tallas: la estándar -entre 45 y 60 cm-, la intermedia -entre 35 y 45 cm- y la miniatura -no más de 35 cm. La segunda es de acuerdo a si tiene pelo o no.
Los xoloescuincles pueden tener o no pelo. No obstante, los que tienen pelo son descartados por la Federación Canófila mexicana como raza pura y se promueve su no reproducción. Sin embargo, la existencia de los ejemplares con pelo es necesaria para mantener el equilibrio en esta especie tan rara, de lo contrario, su descendencia se volvería cada vez más débil debido a inconvenientes genéticos.
FUENTES: Xoloescuincle, 10 datos curiosos sobre este perro (mexicodesconocido.com.mx)