La indigestión ácida de los rumiantes adultos, conocida también con las denominaciones de acidosis de la panza o del rumen, empacho, etc, es una enfermedad relativamente frecuente de las vacas lecheras y del ganado vacuno de carne, debida, en la mayor parte de los casos, a un inadecuado manejo de la alimentación de estos animales.
Pertenece al grupo de las llamadas enfermedades metabólicas porque, en los animales que la padecen, está alterado su metabolismo energético, es decir, el conjunto de reacciones químicas que tienen lugar en su organismo y que son indispensables para el aprovechamiento de la energía que contienen los alimentos, y, por tanto, para la vida de las células que constituyen su cuerpo.
En esta publicación se exponen las causas concretas de la enfermedad y las medidas que deben adoptarse para prevenir que la padezcan los animales, por considerar que esta información puede resultar útil para los ganaderos de vacuno; sin embargo, antes de tratar tales cuestiones prácticas, conviene recordar, aunque sea brevemente, el papel que juega la panza en la digestión de los alimentos y los procesos de descomposición que sufren los hidratos de carbono en su interior, ya que todo ello ayudará a comprender mejor el origen de la enfermedad y la forma de evitarla.
LAS BACTERIAS Y LAS FERMENTACIONES DE LA PANZA
En los rumiantes adultos, la panza o rumen es el compartimiento mayor de los cuatro que componen su estómago.
Los alimentos sólidos que ingieren estos animales pasan a la panza tras sufrir una ligera masticación. Después de permanecer en el rumen un cierto tiempo, vuelven a la boca para ser rumiados y tragados de nuevo, con el fin de que sigan su curso a través del resto del aparato digestivo y se absorban en el intestino las sustancias nutritivas que contienen. En la panza hay millones de bacterias y protozoos de distintas especies que atacan a los alimentos mientras se encuentran en este órgano. Algunas de las especies de microbios que se encuentran en el rumen fermentan los hidratos de carbono, y los convierten en sustancias de composición más sencilla, que los rumiantes aprovechan para nutrirse.
La mayor parte de estas nuevas sustancias producidas a partir de los hidratos de carbono son los ácidos acético, propiónico y butírico, llamados en conjunto ácidos grasos volátiles. Para que esos procesos fermentativos se realicen normalmente y el aparato digestivo de los animales funcione con regularidad es imprescindible que el contenido de la panza sea neutro o ligeramente ácido, porque, en esas condiciones, los microbios que hay en el rumen se multiplican y desarrollan satisfactoriamente y pueden cumplir la misión que tienen encomendada en la digestión y aprovechamiento de las sustancias nutritivas de los alimentos ingeridos.
FUENTE : JOSE MANUEL HERNANDEZ BENEDI Veterinario Técnico del Servicio de Eztensión Agraria
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