EL ÁRBOL DE TINTO A TRAVÉS DE NUESTRA HISTORIA

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El tinto crece en lugares húmedos e incluso en el agua, alcanza los 8 metros de altura, tiene un follaje formado por hojas pequeñas y ovaladas de 3 a 4 centímetros y flores amarillas con cinco pétalos

En su tronco produce “tinta” que se utiliza principalmente para teñir, y como medicina en tratamientos contra los cólicos. Su madera es apreciada en la carpintería rústica por su dureza y alta resistencia.

En el imperio maya, la palabra “Éek” se usaba para referirse a este árbol con su tronco rojo y ramas espinosas que crecían silvestres y abundantes en el sur del estado de Campeche.

Los antiguos habitantes de la península de Yucatán valoraron a Éek por sus propiedades colorantes: mezclaron el líquido obtenido de su tronco con sulfato de hierro y produjeron un pigmento con el que teñían telas. Al cambiar la acidez lograron obtener 5 colores diferentes: negro, amarillo, violeta, rojo oscuro y púrpura.

Los españoles aprendieron su uso y difundieron su fama en todo el mundo, porque hasta entonces el desarrollo de tonos oscuros, como el negro, había sido un problema en la industria textil. Para impregnarlo, los tejidos tuvieron que someterse a procesos complicados utilizando diferentes productos en varias etapas.

El uso de la tinta de Palo Campeche simplificó mucho el proceso, haciendo de su exportación el negocio más rentable de esta era: más del 90% del algodón, lana, seda y cuero que se teñían en todo el mundo en ese momento, utilizaban extractos de este árbol. Así es como en el siglo XVI se inició un comercio entre la industria textil de Europa y Centroamérica, promovida por el Tinto, el nuevo oro que salía del Puerto de San Francisco de Campeche

El comercio de esta madera, ya conocida como materia tintórea por los mayas prehispánicos, inició tempranamente en la época virreinal de Nueva España.

Fue en 1561 cuando el conquistador y encomendero del pueblo de Calotmul en la provincia de Valladolid (Yucatán), Marcos de Ayala, descubrió los diferentes colores que proporcionaba este árbol.

En la conquista y pacificación de la provincia de Yucatán y de Tabasco, se había introducido la manera de hacer seda y de extraer del añil y del palo de tinte gran variedad de colores para teñir los paños de Nueva España, así como los de la metrópoli y Flandes. El comercio de esos colores sería aprovechado por las naciones europeas, en particular Francia, Inglaterra y Holanda, famosas por su industria textil.

En el transcurso de los siguientes siglos la región de los Ríos, ubicada en la circunvalación de Laguna de Términos (al sur del estado de Campeche) y antigua región de la Chontalpa maya, fue el lugar predilecto para la explotación del palo de tinte por la abundancia de los ríos y, por ende, de terrenos bañados en los afluentes que facilitaban su extracción, aunado a cualidades óptimas para el crecimiento de este árbol.

Tras sobrevivir siglos de explotación y saqueo durante la Colonia, hoy en día los tintales están desapareciendo del paisaje campechano. Se queman y se talan para que sus suelos húmedos y fértiles sean usados para sembrar monocultivos como caña de azúcar o formar potreros. Sin embargo, en temporada de lluvias, el agua busca su cauce natural y los suelos que fueron de tintales quedan inundados e imposibilitados para la ganadería extensiva y la agricultura.

Hoy en día, se busca nuevamente fortalecer la siembra de este árbol con programas de reforestación, así como también proteger las áreas en las que se encuentra.

FUENTES: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0186-03482014000300004

https://www.ecocharco.org/es/palo-de-tinte-3/